Todos estamos heridos, de una manera u otra, en mayor o menor grado, pero todos venimos a trabajar algún aspecto concreto de un modo muy marcado y a sanarlo y esto lo he aprendido a través de observarme y de observar a los demás durante mucho tiempo. La astrología también me ha enseñado sobre ello y, aunque uno no comulgue con ella, tiene enseñanzas muy interesantes para el autoconocimiento. 

Este verano ha sido particularmente interesante para mí y para mi herida, que la vida se ha encargado de irme mostrando de un modo muy claro a través de diferentes vivencias y situaciones que a modo de espejo me han reflejado aquello que debo ver, aquello que debo mirar de frente y aquello de lo que debo hacerme consciente.

Todo empezó en Ávalon, que se encargó de abrir mi corazón para después hacerme ver que había heridas todavía abiertas del pasado que yo creía sanadas, pero que todavía estaban ahí. 

Tuve que mirarlas de frente y hacerles un sitio en mi corazón y no hacer ver que no existían. Y a partir de ahí, empezaron a hacerse conscientes otros muchos aspectos que dirigen mi vida de modo inconsciente, pero que la dirigen. Poder ser consciente de ellos me ha permitido ver cómo afectan a mi modo de pensar, a mi modo de sentir, a mi modo de actuar y a mis dolores físicos, los que manifiestan aquello que está escondido en mí. 

Es un camino arduo. No es fácil ver y aceptar esta parte de ti, pero ser sincera conmigo misma, con lo que observo de mí, me está haciendo cada vez más libre y está haciendo que cada día me quiera más. 

Te animo a abrirte a ti, a esa parte de ti misma que quizás te dé miedo mirar de frente, pero que es tan poderosa que te hará tocar tu libertad al hacer que te reconozcas a ti misma.