Samhain: el portal hacia la oscuridad consciente
Hoy se celebra Samhain, la festividad celta que marca el inicio del Año Nuevo en el hemisferio norte. Su nombre significa literalmente “fin del verano”, y para los antiguos pueblos de Irlanda, hace más de 2.000 años, representaba la frontera entre dos mundos: el tiempo de la luz (verano) y el tiempo de la oscuridad (invierno).
Con Samhain, el ciclo solar desciende y nos invita a mirar hacia dentro. Es el momento de detenernos, hacer silencio e iniciar la introspección. Entramos en la oscuridad no como en un lugar temido, sino como en un útero simbólico, donde la transformación sucede. Es tiempo de escuchar a la intuición, de honrar lo vivido durante el año y de soltar lo que ya no sirve, lo que no puede ni debe acompañarnos en el nuevo ciclo.
En la tradición celta, Samhain era también el momento en que el velo entre los mundos se volvía más fino. Se creía que los espíritus de los ancestros regresaban para visitar a los vivos, y por eso se encendían hogueras, se dejaban ofrendas y se encendían velas en las ventanas. Era un acto de reverencia y conexión con quienes caminaron antes que nosotros, un recordatorio de que la vida y la muerte son parte del mismo ciclo eterno.
Cerridwen y el caldero de la transformación
Para mí, Cerridwen es la diosa que más resuena con la energía de Samhain. Aunque en mi libro “Las enseñanzas de las lunas nuevas del año. Una aproximación a través del signo zodiacal y de las diosas” la relaciono con la luna nueva en Capricornio y el mes de enero, su esencia encaja de forma perfecta con este tiempo del año.
Cerridwen es la diosa galesa de la sabiduría, la inspiración, el renacimiento y la transformación. Su símbolo es el caldero mágico, donde todo se disuelve para renacer en una nueva forma. En él, las viejas identidades se desintegran y se mezclan con la semilla de lo que está por venir. Su caldero representa la alquimia interior, ese proceso misterioso en el que lo viejo muere para dar paso a lo nuevo.
Además, Cerridwen encarna las tres fases de la vida de la mujer —doncella, madre y anciana—, recordándonos que cada etapa tiene su belleza y su propósito. En Samhain se la honra en su fase de Anciana, como guardiana de los misterios, portadora de sabiduría y guía en el viaje a la oscuridad interior. Ella nos enseña que la muerte no es un final, sino un tránsito, y que en cada cierre hay una semilla de renacimiento.
El llamado de Samhain
Celebrar Samhain no es mirar al pasado con nostalgia, sino honrar los ciclos naturales dentro y fuera de nosotros. Es un tiempo para agradecer, para liberar y para confiar.
Puedes encender una vela en honor a tus ancestros, escribir todo lo que deseas soltar y ofrecerlo al fuego o al viento.
Puedes sentarte en silencio y preguntarte:
– ¿Qué parte de mí necesita morir para que otra pueda nacer?
– ¿Qué aprendizajes me llevo del ciclo que termina?
– ¿Qué deseo sembrar en el nuevo año celta que comienza?
Porque Samhain nos recuerda que la oscuridad no es enemiga de la luz, sino su complementario. Y que solo quien se atreve a mirar dentro del caldero —ese espacio sagrado donde todo se transforma— puede renacer más sabia, más libre y más auténtica.
Con Cariño,
Sònia



